Descarga de mejillón en un puerto Arousano.
Las estadísticas del Intecmar, el instituto autonómico que se encarga del control de las toxinas, no dejan lugar a dudas: el 2013 fue un año nefasto para los bateeiros. Los cierres por marea roja superaron los tres meses en todos los polígonos barbanzanos, incluso en los que habitualmente suelen escapar del azote de las toxinas. Y hay algunas zonas de viveros, como la de Muros B, que llegaron a los 240 días de cierre. Es decir, que de los doce meses del año no se pudo trabajar en ocho.
Observando las estadísticas del Intecmar queda claro también que hay diferencias abismales entre las distintas zonas de cultivo. Las de A Pobra resultaron bastante menos afectadas por la marea roja que las de Ribeira. Y la comparación todavía es más exagerada si se cruza la ría. No en vano, los polígonos de O Grove sufrieron todos cierres de siete meses y aún sigue sin poderse extraer ni un solo kilo de bivalvo de ellos.
Supera al terrible 2005 Cuando, a principios de octubre de 2013, el Intecmar empezó a cerrar de forma masiva los polígono por un virulento y repentino episodio de toxina, que incluso logró hacerle un quiebro al instituto autonómico y que se tuviese que ser devuelto al mar mejillón porque dieron mal los análisis, la directora de este organismo, Covadonga Salgado ya dijo que la cosa pintaba mal y que podía tratarse de una marea roja que se prolongase en el tiempo y de un año similar al 2005, recordado por los bateeiros como horrible. No se equivocaba Salgado. La mayoría de los polígonos barbanzanos tuvieron cierres más largos en el 2013 que en el horrendo 2005.
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