El nerviosismo está instalado en el sector bateeiro. Y es lógico que así sea. Los mejilloneros, tras un 2012 nefasto, llevan unos últimos meses también bastante complicados. La marea roja se llevó por delante la temporada estival y, aunque ahora ha remitido en su mayor parte, sus efectos continúan ahí. Los bateeiros temen que, tras más de un mes sin poder trabajar, la «desesperación» lleve a querer vender rápido, se sature el mercado de bivalvo y eso acabe con el temido descalabro de precios. Por eso, ayer, numerosas voces autorizadas del sector pedían tres cosas: calma, cordura y sentido común.
Los bateeiros están sacando mejillón tanto para el consumo en fresco como para la industria. En el primer caso, las cosas no pintan demasiado bien. Hay algunos pedidos, según confirmaban ayer distintos productores barbanzanos, pero el estío está tocando a su fin y el consumo baja, por lo que el mercado acaba resintiéndose. En cuanto a la industria, la campaña estaba empezando cuando apareció la toxina. Y ahora toca retomarla. De momento, parece que algo se mueve en ese sentido. Así lo contaba ayer, por ejemplo, el presidente de la federación Arousa Norte, Álex Tubío: «Estamos vendendo, non hai que desesperarse, o importante é que pouco a pouco as cousas vaian indo ben».
La gran esperanza
De todas formas, la gran esperanza se centra este año en la exportación. Aunque es pronto para hablar con contundencia, parece que en el mercado italiano las cosas pueden ir mejor que en el 2012 y que en Francia se mantendrán las ventas. «Italia está a pedir máis que outros anos porque lle fallou a produción doutros sitios», señalaba ayer Ramón Blanco, portavoz de los depuradores.
El escenario, sobre todo centrándose en la exportación, es mejor, por tanto, que el del año pasado. Pero el talón de Aquiles está claro: el nerviosismo. Hay bateeiros que tuvieron que embolsar el mejillón ante la prolongación de la marea roja, y lo quieren quitar a toda costa. Se les pide calma. La misma que reina en Opmega, la mayor organización de productores. Su presidente, Ignacio Lorenzo, cree que el sector no estará dispuesto a tirar los precios porque no hay tanto bivalvo en las bateas.
De momento, los precios se movieron unas décimas a la baja. El mejillón con destino Europa se paga entre 0,45 y 0,50. El de tamaño normal entre 0,70 y 0.75 y el grande a 0,90. El problema es lo que sucederá a partir de ahora.
