Después de que Gardacostas detectara una partida de mejillón a punto de ser enviada a un centro de expedición, procedente de una zona cerrada a causa de las biotoxinas, parece evidente que la instalación de aparatos localizadores en los barcos auxiliares de las bateas está cada vez más justificada.
Así lo entienden en la Administración -que impulsa la medida- y también muchos bateeiros que consideran que estos aparatos pueden preservar su imagen, ya que evitarán la picaresca, el fraude y cualquier tipo de práctica irregular. Con esos localizadores podrá saberse en cada momento dónde está un barco, de qué lugar procede en el momento de la descarga o en qué batea obtuvo el mejillón que quiere comercializar. Y todo eso, lógicamente, puede ser de gran utilidad en momentos difíciles como los actuales, cuando las biotoxinas obligan a mantener inoperativos los polígonos y el nerviosismo aumenta cada día, ante el temor a perder toda la producción a causa de los temporales.
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