La sombra de la marea roja es alargada, y está ensombreciendo el día a día del sector mejillonero gallego. Tras el ajetreo del miércoles, cuando los muelles arousanos registraron una actividad frenética tras la apertura de dos polígonos, ayer saltaron todas las alarmas: en Italia, donde se han registrado varias alertas sanitarias debido al último episodio de toxina, habría varios camiones de mejillón a punto de ser devueltos a Galicia. El rumor corrió como la pólvora, provocó reuniones de urgencia y sembró la preocupación entre todos los eslabones de la cadena del mejillón.
La Xunta reconocía ayer tarde la existencia de un problema, pero lo circunscribió a una única partida de mejillón. Según explicaron desde la Consellería do Mar, las autoridades italianas querrían devolver producto extraído de un polígono de bateas que, aunque ahora está abierto, en su día generó una de las seis alertas sanitarias provocadas al detectarse toxina lipofílica en mejillón gallego. «Ahora ese polígono está abierto, está autorizada la extracción, y el mejillón que se ha enviado al mercado está en perfectas condiciones para ser consumido», señalaba ayer la Xunta.
Ante la presión de la Administración italiana, los productores que enviaron la partida de mejillón que está en cuestión se dirigieron al Intecmar para solicitar un certificado de la evolución de la marea roja y un informe del número de análisis realizados en el polígono del que el molusco había sido extraído. Esa información, que fue elaborada por la directora del Intecmar en persona, será remitida «a las autoridades sanitarias del país en cuestión», según argumentaban ayer desde la Consellería do Mar.
A pesar del mensaje de calma lanzado desde la Administración, ni los comercializadores ni los productores las tienen todas consigo. «En Italia, los compradores han perdido la confianza en nuestro producto y se plantean hacer sus propios análisis», aseguran los exportadores. Que la península itálica pierda la fe en los métodos de control sanitario es «una muy mala noticia» ya que queda en entredicho una de las principales redes de comercialización del bivalvo gallego.
El baile en las aperturas y los cierres de polígonos, tanto en Redondela como en Arousa (ayer se cerraron cautelarmente el Cambados A2-E y el Redondela A) no hacen más que añadir confusión al escenario. Esos bailes, dicen algunos, solo tienen una explicación: que haya bateeiros que están poniendo en práctica estrategias prohibidas para sortear la toxina.