Con el agua a una temperatura de entre 17 y 18 grados, las algas microscópicas Dinophysis acuta y Dinophysis acuminata se han acomodado en las rías gallegas para extender por la mayor parte de los polígonos de bateas de mejillón la toxina lipofílica, inocua para los moluscos, pero que puede causar diarreas en los humanos. Este tipo de episodios son relativamente frecuentes, pero el que estalló el 9 de octubre fue extraordinario. «Veíamos que algo estaba llegando ya desde la semana anterior, pero no podíamos predecir que en tres días iba a llegar al fondo de la ría de Arousa y que iba a infectar a los moluscos infaunales, porque eso no ha pasado nunca», defiende Covadonga Salgado, directora del Intecmar. «La toxina se nos adelantó por tercera vez en el año», admite.
El sector no acaba de entender por qué la toxina cogió por sorpresa a los técnicos del centro y obligó incluso a tirar toneladas de marisco y mejillón extraído antes de la alerta. «Yo creo que el sector reconoce nuestro trabajo», aclara Salgado.
¿Por qué no se cerraron antes los polígonos?
«El cierre cautelar se adopta si hay riesgo de incremento de la toxicidad o no se pueden recoger muestras por mal tiempo. No podemos decretarlo ante la mínima duda, tenemos que tener una serie de evidencias», explica la directora del Intecmar.
¿Qué pasó el 9 de octubre?
«En el muestreo del 30 de septiembre teníamos unos niveles de células tóxicas bajísimos: había cero por litro. En la ría de Ares-Betanzos sí teníamos algunas, de hecho había ya zonas cerradas. En el siguiente, del 7 de octubre, empiezan a aparecer, no en valores exagerados, pero hay incremento significativo de una especie muy tóxica y en el agua en la boca de las rías, sobre todo sur y norte de Vigo».
¿Con qué frecuencia se hacen análisis?
En condiciones normales se analizan muestras de agua y mejillón de cada polígono al menos una vez por semana. Si aparece toxina, la frecuencia se incrementa hasta dos, tres, cuatro o cinco veces a la semana. Pero si hay mal tiempo, el barco que toma muestras de agua o que lleva a los técnicos que analizan mejillones no sale y, por tanto, ese día no hay seguimiento. «Al sector siempre le digo que no por muestrear más se va a abrir antes. Ten por seguro que, si por ser 18 muestreando todas las zonas todos los días se abriera antes, lo haríamos. Pero, ¿tiene sentido muestrear una zona que da valores superiores a 10 o 15 veces el límite legal? No, porque el molusco no se desintoxica de un día para otro», explica Salgado. El Intecmar centra sus esfuerzos en los polígonos abiertos que están cerca de uno cerrado y en aquellos de estos últimos en los que los niveles de toxina están bajando. También está ojo avizor con la ostra y la navaja porque si la toxina dura mucho más tiempo pueden llegar a verse afectadas.
¿Cuánto tiempo tardan en obtener resultados de los análisis?
El Intecmar analiza por bioensayo y por método químico. Este último es más rápido, pues en media hora hay resultados, pero solo analiza muestras de una en una. «Si tienes 30, es mejor el bioensayo». Este método consiste en inyectar una dosis de la misma sustancia a tres ratones. Si dos mueren, hay toxina. El resultado suele tardar 24 horas en saberse. «El bioquímico te da concentración de toxina, y el bioensayo, la toxicidad, porque el ratón se muere».
¿Cuál es el punto flaco de esta metodología?
«Lo ideal sería que el resultado fuera inmediato. Pero esas horas de espera son insalvables». Además, las muestras son como una foto fija de un momento concreto. La toxina aparece de un día para otro. «Ciertamente no hubo fallo en el sistema de control de Intecmar, pero es verdad que si hay mal tiempo el barco no puede salir, habría que encontrar el modo de suplirlo».
¿Cuánto durará la marea roja?
«En cierres de lipofílicas, hablamos de semanas, meses. Los polígonos en las bocas de las rías están más intoxicados y van a tardar más en recuperarse. Dependerá de la meteorología».
