Teniendo en cuenta que el mejillón se cobra hasta con un año de retraso, y que este año no se ha vendido más que una insignificante parte de la cosecha, el 2014 se presenta muy negro en el horizonte. Este fue, precisamente, el motivo que llevó a los representantes de varias asociaciones de bateeiros de toda Galicia a reunirse el viernes. Una cosa llevó a la otra y lo que ahora se plantean quienes no lo están es integrarse en Opmega o bien crear una plataforma unitaria desde la que enfrentar la crisis. Mañana se celebrará otro encuentro para avanzar en este planteamiento.

El sector ha demostrado muchas veces su capacidad para reponerse, para resurgir de sus cenizas. «Pero, para iso, hai que querer». Hubo un tiempo, ya lejano, en el que los primeros bateeiros se echaban kilómetros a las espaldas para ir construyendo unas estructuras sólidas que les permitiesen tumbar vallas y cambiar legislaciones. Ahora, en la era de las nuevas tecnologías, de los SMS y de los whatsapp, queda claro que no hay más sordo que el que no quiere oír, y que dos no hablan si uno de ellos no quiere.

«Se o problema que houbo, cos camións volvendo de Francia e Italia, tivera sido hai anos, o mexillón non volvía ao mar, acababa ás portas do Intecmar», dicen los bateeiros. La unión permitiría, también, afrontar la contratación de un laboratorio propio que sirviese para contrastar los análisis del Intecmar que tantas dudas generan en el sector. Y desarrollar proyectos de investigación sobre todas aquellas cuestiones que afectan realmente al sector.

«Cando a xente está nunha situación límite, busca a solución a corto prazo», y las agrupaciones se desangran. La Administración, dicen los bateeiros, tiene en su mano la capacidad de dictar leyes que les empujen a organizarse, a integrarse en alguna estructura. Pero en lugar de eso, «crearon a comisión do mexillón que, por certo, ninguén sabe para que vale».